Durante mucho tiempo el vientre materno fue considerado un universo secreto e inaccesible a la vista humana. Se infería la vida fetal por los prematuros o por los animales. Solamente a partir de las técnicas de ultrasonido, fue posible investigar la vida uterina.
En base a estos nuevos conocimientos los investigadores actuales tienen una imagen del infante recién nacido muy diferente de la que se tenía en la ciencia años atrás: lo ven como primariamente activo en lugar de pasivo, lo que permitiría inferir un sistema preformado. Los bebés tienen al nacer conductas rítmicamente organizadas y ciertos estados internos que formarían parte de dicha organización.
Ninguna línea de base para el desarrollo de la conducta podría considerar hoy el nacimiento como el punto cero; las experiencias subsiguientes al nacimiento servirían para modelar las conductas endógenas preexistentes.
Dentro de los distintos proyectos de investigación se filmó el primer día postnatal de muchos recién nacidos y se observó cómo los bebés se movían en precisa sincronía con el lenguaje materno.
De estos estudios se infirió que el neonato ya tiene un repertorio de conductas resultantes de un largo proceso de desarrollo intrauterino.
Así como antes se consideraba al útero como una cavidad silenciosa, y al feto se lo pensaba como un ser totalmente pasivo, en la actualidad se ha descubierto que éste puede tener sensaciones mucho antes del nacimiento. Es así que responde a la presión y al toque, traga y siente el sabor, reacciona a la estimulación dolorosa alejándose de la fuente, y toma posiciones al parecer placenteras dentro del útero. Se han identificado también otras conductas que se corresponden con las del neonato.
El ricomundo fetal se iniciaría con el primer sentido que se desarrolla, el tacto, que ya está presente a las siete semanas y media. Valman y Pearson (1980), señalan que el feto puede tocar su cuerpo, alejarse, acercarse o moverse alrededor de su entorno.
Desde la semana dieciséis es sensible a la luz ubicada sobre el vientre materno; si esta luz es muy fuerte, gira rechazando la intensidad. Los neonatos dejados en la oscuridad, abren los ojos
e investigan alrededor.
El ser humano está desde el útero inmerso en un mundo de palabras. Distintos autores y desde distintas teorías, ponen relevancia en la temprana maduración fetal del aparato auditivo, como una base importante para el desarrollo del psiquismo. Anzieu (1994) marca la importancia de lo sonoro en esta etapa: lo llama espejo sonoro o piel audiofónica. Para éste, las capacidades mentales se ejercitan, en principio, sobre un material acústico y luego sobre el olfativo. Si el sentido acústico es lo más tempranamente desarrollado en el feto y el reconocimiento postnatal de la voz de la madre se basa en momentos tan tempranos del desarrollo: ¿quedaron inscriptos, y dónde? Las investigaciones recientes sobre los bebés se acercan a la hipótesis de Chomsky, de que para que los seres humanos puedan llegar a un nivel de abstracción en el lenguaje, las estructuras tienen que estarinnatamente instaladas.
El feto realiza importantes interacciones con el fluido amniótico, el útero, los sonidos, los cambios hormonales, y responde a los estímulos de todos ellos. Estas actividades son vitales para un buen desarrollo del cerebro. El útero no es más, como se pensaba,un ámbito silencioso y clausurado, sino que está poblado de borborigmos, del latido del corazón y de la circulación de la
sangre, y por las voces externas. Las emociones de la madre así como su estado mental, ejercen también una influencia muy importante pues éstas producen cambios arteriales y de nivel de catecolaminas que pasan la barrera de la placenta. Es asimismo relevante la participación del padre, como sostén de la madre y, a través de su voz, directamente sobre el feto.
Se ha observado que los períodos REM son más largos en el feto y en el neonato que a lo largo de la vida; esto se relaciona con el hecho de que cuando duerme se produce un mayor desarrollo
neuronal.
Dra. Beatríz Caso de Leveratto
Lic. Silvia Grinblat de Notrica
Dra. Eloisa Fermepin de Pisani
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