Desarrollar la percepción es hacer penetrar la inteligencia y la memoria lo más posible en el mundo sensorial. Recíprocamente, la nitidez y la estabilidad de las percepciones son condiciones de progreso de la inteligencia.
Si la inteligencia interviene en los esfuerzos que realiza el niño pequeño para distinguir formas, para captarlas y oponerlas, después, cuando estas formas comienzan a revestir una cierta individualidad, constituyen la base y los instrumentos mismos que permiten nuevas actividades.
Presentad a un niño pequeño cuadrados, triángulos y rectángulos cortados en un cartón y pedirle que reúna las formas idénticas en pequeños montones separados. Os sorprenderéis ante los errores cometidos, o por lo menos, a pesar de que el niño está ya en edad de comprender lo que se le pide, ante las dudas y la lentitud con que realiza la clasificiación. Los observadores no versados en psicología infantil pensarán que el pequeño no ha comprendido o que está distraído, incluso que es perezoso. Probablemente no se preguntarán cómo ven los objetos, y si los cuadrados, triángulos y rectángulos son para él formas distintas como lo son para nosotros. Esta es, por tanto, la primera cuestión que vamos a tratar.
Para hacer para que el niño llegue a distinguir y por tanto percibir las formas, se utiliza el método de encajamientos (forma-hueco).
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