En la educación interactúan varias cosas. Las llamadas ventanas de la percepción, es decir, el momento oportuno para que el niño esté expuesto a determinadas cosas, es algo que cada día conocemos mejor. Por ejemplo, antes, a la otitis (inflamación del oído) en fetos de 4, 5 o 6 meses se les otorgaba una importancia relativa y hoy, en cambio, muy alta, porque sabemos que ésa es la edad en la que se produce la categorización fonológica, pues el niño embrión de 4 meses ya oye a su madre y además la oye en estereofonía, dentro del líquido amniótico, y por tanto es imprescindible conocer la audición prenatal. Es decir, esa otitis que antes considerábamos algo leve hoy sabemos que puede perjudicar el futuro lenguaje. En este caso concreto, lo que perjudicaría es a la futura pronunciación, pues ésta depende de la imagen acústica que tengas de las palabras, no del aparato fonador. Se da la paradoja de que las madres bilingües se lo ponen más difícil a sus hijos, al tener que distinguir entre vocales cortas o largas, consonantes con y sin pronunciación.
La lucha contra o a favor de la dificultad es de hecho otro de los temas centrales de la pedagogía contemporánea. ¿Hay que poner las cosas fáciles o difíciles al alumno? Los científicos que buscan respuestas fundadas para aplicarlas a la educación no lo tienen fácil. "Si la habilidad del niño funciona y la práctica es sostenida (otro tema importante), la dificultad importa menos. Lo importante es la dedicación, la constancia"... Por otro lado, que la dificultad implica sufrimiento o ausencia de placer no deja, según Roser Pérez, de ser un minuto, "una de las cosas que se ha olividado es la necesidad de memorizar, de repetir, con lo que esto tiene de placer. Cuántos niños de 2 ó 3 años te hacen repetir cada noche el mismo cuento, y cuando te saltas una palabra se dan cuenta y te corrigen. Y disfrutan en ese momento absolutamente, aún más cuando te dicen: "no me lo leas, cuéntamelo". Eso ya es el colmo de la empatía y la sintonía con sus sentimientos y recuerdos de lecturas anteriores".
Regresan por tanto aquellos prejuicios que no hace tanto tiempo tiramos por la ventana: repetición, memorización, clasificación... Entran por la puerta y les damos nuestra sincera bienvenida. "Creo que la repetición es importante. Los padres a veces se angustian mucho porque lo primero que aprenden sus hijos son los anuncios de televisión. No es que se vuelvan consumistas, sino que son cortitos y los pueden aprender y repetir... Crean sin dificultad sus sinapsis y no salen corriendo a comprarse nada, sólo aprenden y disfrutan".
Tres prejuicios que vuelven porque resulta que son fundamentales para la adquisición del lenguaje. La repetición permite conocer cosas nuevas, porque el problema del aprendizaje es que tienes que basar lo nuevo en lo que ya sabes, y entonces la repetición, lo que se llaman técnicamente scripts, resulta crucial. El niño lo tiene muy difícil para poder aprender las referencias de las cosas y las repeticiones le ayudarán a consolidar algo ya conocido, y a partir de ahí aprender cosas nuevas.
Texto extraído del libro "Por qué somos como somos" de Eduardo Punset.
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