Como profesor de psicolingüística en París y autor de varios libros y ponencias muy bien considerados, el Dr. Alfred Tomatis conoce tan bien como cualquier otra persona el valor de los datos científicos. También sabe que, a veces, una anécdota puede esclarecer una cuestión más eficaz y sencillamente que una docena de estudios. Por ese motivo, cuando quiere ilustrar el poder formador de las experiencias prenatales, suele narrar la historia de Odile, una niña autista (que se aparta de la realidad) a la que trató hace algunos años.
Al igual que la mayoría de los pequeños que padecen su enfermedad, Odile era prácticamente muda. La primera vez que el Dr. Tomatis la examinó en su consulta, la niña no hablaba ni parecía oír cuando le dirigían la palabra. Al principio, Odile se aferró tercamente a su silencio. De manera gradual, el tratamiento del Dr. Tomatis la volvió menos callada. Al cabo de un mes, la niña prestaba atención y hablaba.
Como es lógico, sus padres se sintieron satisfechos ante estos progresos, si bien, simultáneamente, se mostraron algo perplejos: se dieron cuenta de que la comprensión de su hija mejoraba notablemente cuando hablaban en inglés en lugar de hacerlo en francés. Lo que más los desconcertaba era ignorar dónde había adquirido Odile esos conocimientos. Ninguno de los dos hablaba mucho inglés en casa y, hasta que fue sometida a la asistencia del Dr. Tomatis, Odile (de cuatro años) había sido casi totalmente insensible a la palabra hablada, al margen del idioma en que se pronunciase. Suponiendo incluso lo improbable, que se las había ingeniado para aprenderlo oyendo fragmentos de las conversaciones entre sus padres, ¿por qué ninguno de sus hermanos y hermanas mayores (y normales) había hecho lo mismo?
Al principio, este hecho desconcertó al Dr. Tomatis, hasta que, un día, la madre de Odile mencionó casualmente que durante la mayor parte del embarazo había trabajado en una empresa de exportación-importación de París en la que sólo se hablaba inglés.
La comprensión de que hasta los rudimentos de un idioma pueden establecerse en el útero nos ha permitido trazar un círculo completo. Hace cuarenta años, esta idea habría sido descartada por imposible, mientras que hace cuatrocientos habría sido aceptada como una realidad. Nuestros antepasados eran claramente conscientes de que las experiencias de la madre se grababan en su hijo no nacido.
Texto extraído de: Desarrollo de la inteligencia en la primera infancia. Secretaría de Educación Pública Universidad Pedagógica Nacional-Hidalgo.
Más información en:
http://www.angeltomatis.com/archivos/articulo_12notas.pdf
http://www.tomatis.cl/metodo.htm
http://www.tomatis.com/Spanish/introduccion.htm
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