En la lectura, las sílabas son unidades que permiten al lector poner en comunicación la percepción del estímulo impreso en el papel con la representación de la palabra en su memoria léxica. Su naturaleza es fonológica y su origen está en el habla, pero esta unidad ha sido reutilizada por los procesos de lectura para facilitar el reconocimiento de las palabras.
Muchos aprendimos a leer usando métodos silábicos, “la p con la a, pa, la t con la e, te, la m con la a, ma”. Desde luego, es un buen método si consideramos que el español tiene una ortografía transparente, es decir, que mantiene una relación muy regular entre los fonemas y los grafemas que los representan. Esta regularidad garantiza que la unión de los fonemas que forman una sílaba produzca siempre el mismo patrón fonológico. No ocurre así en los idiomas con ortografía opaca, como el inglés, en los que no existe una correspondencia estable entre grafemas y fonemas, de modo que unos mismos grafemas pueden tener distintas pronunciaciones en función de la palabra en la que se encuentren.
La sílaba es principalmente una unidad del habla, y no de la escritura. Hablamos a golpes de sílaba, y en el registro espectrográfico muchas veces se aprecian más claramente las sílabas que los fonemas (véase la Figura 1). Escuchamos directamente las sílabas, como demostraron en 1981, Mehler, Domergues, Frauenfelder y Seguí en un experimento clásico con hablantes del francés. En él, los participantes oían palabras como “palace” o “palmier” y tenían que identificar la presencia de un determinado segmento, que podía ser /pa/ o /pal/. Cuando escuchaban “palace” identificaban más rápido /pa/, pero cuando escuchaban “palmier” identificaban más rápido /pal/. Tal parece que, más que fonemas, lo que escuchamos son sílabas, sobre todo en idiomas como el francés, el español o el japonés, y no tanto en inglés o en alemán, donde pueden predominar series largas de consonantes.
Aunque aparentemente no existen razones obvias para decir que leemos “con” sílabas, sí existen razones experimentales para ello. Hace ya algunos años, descubrimos en nuestro laboratorio de la Universidad de la Laguna que las sílabas son utilizadas como puente entre el estímulo visual impreso y nuestra memoria léxica, allí donde permanecen almacenadas las palabras que vamos conociendo a lo largo de nuestra vida.
Pero, ¿por qué debería ser utilizada una unidad fonológica para una actividad que empieza siendo visual? Podría ser que este traspaso de funciones haya sucedido como otros muchos que se han dado a lo largo de la evolución filogenética: un mecanismo, o un órgano, evolucionado para una finalidad específica, acaba sirviendo para otra distinta. Esto se llama exaptación, y un caso conocido es el de las plumas de las aves, que inicialmente evolucionaron en algunas especies de dinosaurios para regular su temperatura, no para volar. Sigue leyendo...
Autor: Alberto Domínguez y Manuel de Vega
Dept. de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional, Universidad de La Laguna, España.
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