El nombre propio es el primer texto que un niño quiere reconocer (leer) y escribir. También se interesa por el nombre de sus padres y hermanos, de sus compañeros y profesores, de los animales de compañía, de los objetos predilectos, etc.
Posibilita que el niño tenga un recurso estable de escritura para interactuar libremente con ella. Es un buen modelo de escritura porque representa un atributo que sólo puede representarse gráficamente a través de la escritura, siendo una parte muy importante de su identidad, lo que produce gran motivación para aprender (carga afectiva). Es una fuente de información que luego irá generalizando a otras escrituras y ofrece un gran repertorio de letras convencionales, que luego podrá comparar, diferenciar, clasificar, etc.
Es un texto con auténtico significado para el niño: lo designa, marca su territorio y lo identifica.
Con las actividades del nombre propio como texto significativo, se puede trabajar y aprender:
• La diferencia entre letras y dibujos.
• La diferencia entre letras y números (porque también ven números escritos siempre que conviene: en el calendario, en el número de los que faltan, el precio del autobús, el número de la casa en su dirección, etc.).
• La diferencia entre letras y garabatos.
• La diferencia entre las letras.
• La orientación izquierda-derecha del nombre y de la escritura: Linealidad y direccionalidad.
• La cantidad de letras del nombre y el orden en que están escritas.
• Que lo escrito sirve, de verdad, para algo concreto.
• Los nombres de las letras y sus diferentes asociaciones para escribir nombres distintos.
• Un amplio repertorio de letras (en la lista de alumnos de una clase acostumbran a salir casi todas las letras, si no todas).
• Un excelente ejercicio grafo-motor, al escribir. Un ejercicio de memorización, al leer.
• Una fuente de consulta y una colección muy importante de recursos para reconocer las letras, escribirlas, escribir cualquier nombre e ir adquiriendo la capacidad de asociación de letras para generar textos escritos cada vez más complejos.
Una ventaja del uso de las mayúsculas que conlleva el enfoque constructivista, es que el niño se encuentra desde su nacimiento en un contexto donde el lenguaje escrito aparece en su gran mayoría con estas letras (vallas publicitarias, carteles de comercio, nombres de las calles, señales de tráfico, periódicos, revistas, etc.), lo que facilita al niño el conocimiento de las mismas.
FUENTE: El aprendizaje en el lenguaje escrito. Seminarios sobre lectoescritura (Myriam Nemirovsky)
http://educandoyjugando.blogspot.com
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1 comentarios:
Es verdad, mi hijo pequeño comenzó así en su clase, aprendieron todos los nombres de todos los compañeros... Intentaré hacer algo sobre esto para mi hijo mayor.
Eres una fuente de información. Algunas veces las cosas más insignificantes son las más importantes.
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